En el oeste de Gran Canaria, entre montañas que se alzan como guardianes centenarios y playas que acarician las olas del Atlántico, se encuentra La Aldea de San Nicolás. Este rincón isleño, lejos de las rutas turísticas convencionales, revela un mosaico de experiencias que van más allá de lo evidente. Desde la Degollada de Tasarte, el viajero, es recibido con un paisaje que despierta los sentidos: un valle fértil rodeado de montañas majestuosas y playas de arenas doradas.