Borja

Aragón

La ciudad de Borja, cuenta con 5037 hab. (2021) y es la capital de la comarca del Campo de Borja. Se sitúa a 64 kilómetros de la capital aragonesa. El término municipal está atravesado por la carretera nacional N-122 entre los pK 60 y 67, además de por las carreteras autonómicas A-1302, que comunica con Fréscano, y A-1303, que se dirige a Ainzón, y por una carretera local que permite la comunicación con El Buste.
El relieve del municipio es irregular, suavizado por la presencia del río Huecha, que lo cruza de oeste a este. Al norte del río, entre los barrancos, se alzan algunas muelas que superan los 700 metros de altitud. Al sur del río, el terreno es más abrupto, con numerosos barrancos, superándose los 800 metros por el extremo meridional. La altitud oscila entre los 860 metros al suroeste y los 440 metros a orillas del río Huecha. El pueblo se alza a 448 metros sobre el nivel del mar.
Borja es una ciudad que puede presumir de tener unos orígenes que arrancan en la época prehistórica, concretamente el siglo V antes de Cristo. La población celtíbera llamada Bursau se localizaba en tres cerros denominados “La Corona”, “El Castillo” y “La Cueva Esquilar”. El primer asentamiento urbano se fija “La Cueva Esquilar”. Bursau acuñaba su propia moneda, ases y sus divisores, en bronce.
La situación estratégica y la protección que brinda la gran roca del castillo, condicionará el desarrollo histórico de la población. El castillo, nunca fue una edificación en el sentido estricto de la palabra. La roca revestida de sillares proporcionaba refugio a una guarnición con construcciones dispuestas en lo alto, integradas en un sistema defensivo más amplio que contaba con otras fortificaciones, sobre todo a partir de la época romana.
Este importante asentamiento fue romanizado y pasó a conocerse como Bursao. Se asentaron en el mismo lugar, desarrollándose alrededor del castillo y ceñido por murallas de piedra, constituyendo posteriormente una auténtica ciudadela en el interior que hoy conocemos como “El Cinto”.
De época visigoda no ha quedado mucha información, aunque lo más probable es que la población permaneciese en esos mismos asentamientos o en zonas cercanas, que volvieron a tener un papel importante con la llegada de los musulmanes en el siglo VIII. En esa época se la conoce como Burya (‘torre’ o ‘fortín’ en árabe) y destaca la sobre todo la familia Banu Qasi (“hijos de Casio”), cuyos dominios incluían la actual Borja, y que eran descendientes del conde visigodo Casio.
La reconquista en el siglo XII, por tropas bearnesas al servicio del monarca aragonés Alfonso I, se lleva a cabo de forma pacífica, ya que se permite a los musulmanes permanecer en la población, conservando sus propiedades y manteniendo el culto religioso. Sin embargo, su residencia debía estar ubicada fuera de los muros en lo que hoy se conoce como “El Barrio”.
Conforme la ciudad fue creciendo, se ampliaron sucesivamente sus recintos amurallados y expandiéndose hacia el llano. En el momento de la Reconquista se sabe que el perímetro amurallado contaba con cuatro puertas, orientadas hacia los puntos cardinales (iglesias de Santa María y San Bartolomé, Casa de las Conchas y plaza del Olmo. Tras la Reconquista, alojó en su interior la judería. Debido a las constantes invasiones castellanas, la población se convierte en una fortaleza militar y recibe el Título de Ciudad el 2 de octubre de 1438 de manos de Alfonso V.
El crecimiento más importante de Borja tiene lugar en el siglo XVI, cuando se edifican las más importantes casas y palacios que hoy se conservan, así como el barrio de San Francisco y buena parte del trazado de la calle Mayor. De esa época la población adquiere la estructura urbana que hoy mantiene.
Posteriormente se edifican los conventos construidos en el siglo XVII y algunos palacios de indudable importancia.
En la Guerra de Sucesión Española la ciudad apoya la causa borbónica frente a la Casa de los Austrias. Borja fue bombardeada y saqueada tras su conquista. La victoria final del bando borbónico concedió a Borja reconocimientos reales y le fueron concedidos los títulos de “muy ilustre” y “fidelísima” y derecho a celebrar una feria franca de 15 días en septiembre (origen de lo que hoy se conoce como “Ferias y Fiestas”).
A finales del siglo XIX con la exportación de vino a Francia y la llegada del ferrocarril, Borja vuelve a experimentar una nueva época de crecimiento que duraría hasta mitad del XX.
Borja trabaja en la actualidad por aunar y enraizar el crecimiento de una población joven y con inquietudes con el respeto a todo ese conjunto monumental, que constituye el testimonio evidente de un gran patrimonio histórico y cultural de nuestros antepasados.

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