El tiempo acaricia con sus largos dedos de sabio protector de las piedras de un país de leyenda, que hunde sus raíces en tiempos remotos. Los primeros pobladores habitaron los abrigos y covachas de este entorno prodigioso, y con el paso del tiempo fueron dando forma humana a uno de los enclaves más hermosos del Pirineo. Piedra sobre piedra, camino a camino, nombre a nombre…las diferentes culturas que habitaron estas tierras dejaron su huella singular.
Las viejas calles de la villa, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1965, albergan la belleza de un entorno con claro sabor medieval donde pasado y presente se dan la mano a través de la Cultura. Hoy presentamos dos hitos culturales de gran relevancia: la tradicional representación de la Morisma y la llegada del arte contemporáneo al mundo rural de la mano del Centro de Arte Contemporáneo y el Fondo Documental de Arte Contemporáneo Miguel Marcos.